Y querìa llegar a la cima.
Lo anhelaba tanto.
Escuchaba mi nombre a lo lejos. Lo repetìa.
Lo repetìa.
Aquella escalera eterna que amortiguaba dolores.
Mi cuerpo querìa dividirse en mil partes.
Y esas telas.
Esas telas que me llevaban hacia los extremos contrarios de mi destino.
Eran azules.
Creo.
En un fondo blanco. No lo recuerdo muy bien.
Y la escalera. Dividìan mi cadera y mi columna como si fueran piezas de un
puzzle mal hecho.
Y la escalera.
Aùn no recuerdo por què repetìa mi nombre.
Prometì que nunca lo olvidarìa. Y lo olvidè. Mierda.
2 comentarios:
Te felicito por tu trabajo y deseo una buena semana.
Siempre me dejay para adentro con lo que escribis!
Excelente!
saludos nos vemos
chaus
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